
AMOR DE MI VIDA, EL AGENTE TRANSFORMADOR DE REALIDADES
Por: Tania Daniela Velásquez Roldán
“El poder para moldear el futuro de una República estará en manos del periodismo de las generaciones futuras.” (Joseph Pulitzer)
En la vida existen muchas formas de amor (el amor propio, por la familia, los amigos, la pareja, la patria, etc.) pero hay una de ellas que muy pocos logran descubrir o entender de verdad; este es el amor por la profesión y aún más por la que considero la más noble, y auténtica de todas: el periodismo.
Gabriel García Márquez, nobel colombiano nos recordaba este inmenso amor y responsabilidad afirmando que “El periodismo es una pasión insaciable que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación con la realidad” (2008) y cómo no dar crédito a estas palabras cuando para mí, ser periodista es cuestión de carácter, de sentirse humano y contagiarse de la gente, entender el porqué de las cosas y reflexionar sobre ello.
A partir de lo anterior, además de la tarea de informar, un periodista tiene un compromiso con el mundo que lo rodea y es cumplir con la tarea de transformar realidades con transparencia e imparcialidad, lo que en muchas ocasiones nos provoca disgusto, tristeza, alegrías y triunfos.
Los medios evolucionan y cambian, sin embargo, el periodista se encuentra en medio de una crisis ética en lucha por la verdad, donde la censura y la manipulación están a la orden del día causando estragos en la credibilidad del público; tal como lo manifiesta Umberto Eco: “No estoy seguro de que Internet haya mejorado el periodismo, porque es más fácil encontrar mentiras en Internet que en una agencia como Reuters”. Por eso, considero que el periodismo es como una acrobacia donde se debe andar con cuidado y tranquilidad: dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás.
Para concluir, ser periodista es para muchos una labor que cualquiera puede hacer detrás de una cámara o cualquier artefacto que nos permita comunicarse, pero la verdad es que se requieren muchas cualidades que nos convierten en responsables de lo que hacemos y decimos; es por eso que Javier Darío Restrepo nos dice: “El periodismo no es un poder, es un servicio” (El heraldo, 2014) y seriamente para mí: el amor de mi vida, el agente transformador de realidades .
El ejercicio del periodismo un acto de aprendizaje y convicción
Por: Ana María Hincapié Quinche
Ser periodista en Colombia es un acto que se puede condenar o engrandecer frente a la sociedad, un compromiso que exige el valor de la información y la necesidad de este frente a los habitantes del país. Bill Kovach (2012) en su libro ‘Los Elementos del Periodismo’ declara: “El propósito principal del periodismo es proporcionar a los ciudadanos la información que necesitan para ser libres y capaces de gobernarse a sí mismo”.
Considerando que el periodismo es una puerta al conocimiento y la libertad al ciudadano, somos nosotros los periodistas quienes aprendemos de los inciertos de la sociedad, de historias escritas o vistas, que en su propósito crea un ciclo sin fin de enseñanza y valor. Javier Darío Restrepo (2008) comenta: “Todos parecen coincidir en la convicción de que en el periodismo siempre hay algo para aprender: ya sea en los textos o en las experiencias ajenas”.
Ahora bien, cabe mencionar que, ejercer este oficio lo hace prorrogativo al ser autores y testigos de la historia. “El periodismo es un privilegio extraordinario y temible; no es raro, si se es consciente, debatirse en mil complejos de ineptitud” (Fallaci, 2013). Desde luego, la descripción que realiza Oriana Fallaci es considerable en el hecho que como periodistas vivimos en un constante debate, pero difiero en que la ineptitud genere tantos complejos para realizar dicho ejercicio, pues esta nace más por la falta de pasión y la soberbia de muchos.
Para terminar esta corta descripción de qué es el periodismo, no podemos dejarlo como un latente que nos permite solo informar, tiene que evolucionar, responder y dejar que reviva en la mente del que escucha y lee. Eloy Martínez (2008) nos dice “El periodismo suele ser el último refugio de los sensatos. Y aun en las épocas menos aciagas, la comunidad vuelve sus ojos hacia él, en busca de respuestas responsables a problemas complejos”.