
UN SANTO MUY COLOMBIANO
POR: Ana Hincapié.
El Divino Niño, un símbolo popular de la creencia del colombiano, llega a ser el santo contemporáneo con más seguidores y se consagró desde 1935 exactamente en la Iglesia del 20 de Julio por el Padre Juan del Rizzo.

Colombia, un país anteriormente colonizado y evangelizado por la Iglesia Católica, cuenta con una alta población creyente a la iglesia tradicional y su variedad de santos. Fue en 1935 cuando el Padre Juan del Rizzo trajo consigo al Divino Niño de Praga, a pesar de su aceptación tuvo que ser retirado ya que las monjas Carmelitas lo reclamaban con derechos de exclusividad sobre el santo.
Fue desde entonces cuando el propio padre se reunió con un artesano, exactamente en el almacén del vaticano, donde se consolidó a un niño de cabello rubio, con un atuendo de tonalidad rosa, con aspecto regordete, reinventando un símbolo que representa el mestizaje y la población obrera del país.
Gloria Soto, vendedora y seguidora del santo, comenta “se pude leer en los libros del Divino Niño Jesús de Praga es de los oligarcas, y el de nosotros, el divino niño Jesús humilde, como lo hemos sido nosotros los colombianos”
Foto recuperada de EL PERIÓDICO CAMPESINO
Por otra parte, la historiadora Sandra Durán, afirma: “Es a partir de los años 80s cuando comienza a coger un auge importante, donde se conoce la violencia como el narcotráfico, los carros bomba o secuestros, un temor constante en la gente de caer en los atentados, hizo que la multitud se aferrara a algo que le diera seguridad; y el Divino Niño era su recurso más cercano”.
Otro aspecto a estudiar del santo contemporáneo es que cuenta con un grupo inusual de seguidores, los sicarios. “una relación de violencia y artimaña para irse bendecido para cometer un crimen” (Los Puros Criollos Capítulo 1 El Divino Niño, 2013).
Actualmente, el Divino niño tiene modificaciones en su aspecto original, sus seguidores le añaden símbolos que son importantes para ellos, ya sea una camisa, un escudo, mensajes e incluso pistolas y armamento. Esto porque su seguidor siente una relación libre y en diálogo directo, por lo cual se identifica con él.
¿DE DÓNDE VIENE Y A DÓNDE VA EL SOMBRERO VUELTIAO?
POR: Ana Hincapié.
Tuchín, municipio reconocido por la creación del Sombrero Vueltiao y sus creadores los artesanos descendientes de la etnia Zenú han plasmado uno de los artículos de vestimenta más importante para la cultura del colombiano.
Identifica a una etnia, a una región y luego identifica a una nación” Carlos Aguilar profesor en el territorio de Córdoba (2013). El sombrero ya no solo se aprecia en los carnavales o en la Costa del país se ha adoptado como símbolo de estética de una gran nación.
En sus comienzos, el sombrero lo portaba solo campesinos (Indiano), más adelante en 1986 se usó como símbolo patrio, esto, gracias a Miguel ‘Happy’ Lora, un exboxeador que con orgullo por su región lo portó para una presentación; desde entonces muchos artistas, deportistas y más usan con emoción y honor.
Según Silvia Haddad, secretaria de cultura: “su valor es mucho más que su valor material, es el valor histórico y social; que se sepa que un sombrero es la labor de un mes de trabajo”.

Recuperado de: ARTESANIAS CABALLO DE TROYA.
El Sombrero Vueltiao se realiza con la planta comúnmente conocida como Caña flecha del cual se extrae la fibra y se raspa su hoja con el fin de que quede delgada. Para que pierda su color verde se hecha en caña agria y se torna de un tono blanco o crema, las que no llegan al tono deseado se usan para el tripeado de la palma negra, se somete al barro por toda la noche y después se cocina durante cuatro horas con una hoja específica y así llegar al tono oscuro deseado.
Para la formación del sombrero se realiza una trenza de veinte metros y para terminarla se pasa por la máquina de coser formando el famoso artículo cultural. La razón de su nombre es muy sencilla, pues este se puede voltear varias veces y en diferentes formas y al final vuelve a su estado original.
Para terminar, esta pieza de la cultura colombiana es un símbolo patrio, no solo por decreto de ley, también por el voto popular; representando así tradición, honor y conocimiento de una nación.